miércoles, 12 de septiembre de 2012

Arqueología subacuática

TUMBAS DE TIRO.


En el antiguo Occidente de México los ancestros tuvieron una importancia fundamental en el devenir de los vivos y en su concepción del tiempo y del espacio. Un conglomerado de prácticas y diversas formas de arte testimonian esta cosmovisión, compartida durante más de dos milenios por los pueblos portadores de la tradición de tumbas de tiro.



se ubica entre 300 a.C. y 600 d.C.

 

abarcó la mitad meridional de Nayarit, Jalisco, Colima y zonas colindantes de Zacatecas y de Michoacán.
 



Éstas constituyen un tipo peculiar de arquitectura en donde los difuntos de la sociedad en su conjunto fueron depositados en compañía de variadas ofrendas, entre las que se encuentran espléndidas esculturas de estilo naturalista y vasijas cerámicas que figuran una composición geométrica del universo. En términos básicos, una tumba de tiro consiste en un pozo o tiro vertical en cuya base se abre una cámara, un lugar con techo abovedado y piso plano, en donde los muertos y sus ajuares usualmente no eran cubiertos con tierra o piedras, es decir se conservaba el espacio hueco, mientras que el tiro era rellenado y la entrada a la cámara bloqueada con lajas de piedra, ollas o metates.

 


Se trata de una arquitectura subterránea, y uno más de sus rasgos distintivos es que la tarea constructiva consistió en desbastar el tepetate, una capa de consistencia sólida compuesta por toba volcánica, de modo que, en general, no se emplearon lajas o piedras para hacer las paredes y bóvedas, sino que el mismo subsuelo quedó expuesto en los espacios cavados en el interior de la tierra, a veces a una gran profundidad. 













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